
Universidad O&M
Nombre: Samuel Josué Pérez Romero
Matrícula : 22-MPSS-5-010
Materia: Psicología y Familia
Maestra: Lucrecia Cena
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Familias histéricas
Las familias histéricas, según Salvador Minuchin citado por José Navarro, son aquellas en las que las emociones se viven de manera extrema y desorganizada. En este tipo de familias, los conflictos suelen ser intensos y recurrentes, y los miembros buscan constantemente atención y reconocimiento. La expresión de sentimientos va de un extremo a otro: desde la sobrecarga afectiva hasta el enojo abrupto, lo que genera un ambiente impredecible y emocionalmente agotador. Los límites familiares son confusos y la estabilidad emocional se ve comprometida, dificultando la autonomía y la comunicación saludable entre los integrantes.
En el análisis de Minuchin, este patrón emocional se mantiene porque los miembros dependen unos de otros para sentirse validados. Las decisiones se toman desde la reacción inmediata en lugar de la reflexión, y los hijos aprenden a gestionar los conflictos mediante dramatismo o manipulación afectiva. Este estilo impacta directamente en la socialización de los niños, quienes pueden replicar estas dinámicas en la escuela, en amistades o en futuras relaciones, manteniendo un ciclo de intensidad emocional descontrolada.
La intervención como psicólogo educativo debe enfocarse en guiar a la familia hacia la regulación emocional y la claridad en las normas y límites. Una técnica útil sería la autorregulación guiada, donde los miembros aprenden a identificar y manejar sus emociones antes de reaccionar impulsivamente. La comunicación asertiva sería otra herramienta clave, enseñando a expresar necesidades y conflictos sin dramatizar ni acusar. También aplicaría la resolución estructurada de problemas, estableciendo pasos concretos para enfrentar situaciones difíciles y promover la cooperación entre los miembros.
Otras estrategias prácticas incluyen contratos familiares, que formalizan compromisos y refuerzan comportamientos positivos, y rol invertido, para que cada integrante comprenda la perspectiva del otro y fortalezca la empatía.
Además, es fundamental coordinar con la escuela y ofrecer talleres de inteligencia emocional y manejo del estrés, asegurando que los niños puedan desarrollar habilidades de autocontrol y socialización saludables.
En conclusión, las familias histéricas tienen la posibilidad de transformar la intensidad emocional en estabilidad y aprendizaje. Con técnicas claras, acompañamiento profesional y compromiso familiar, es posible convertir un ambiente caótico en uno donde las emociones se gestionen de manera constructiva, fomentando relaciones más equilibradas y resilientes.












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